NARRATIVA

Chocolate Remix: Reggaeton, apropiacion cultural y extractivismo estetico.

Chocolate Remix: Reggaeton, apropiacion cultural y extractivismo estetico.

Por Fabian Villegas.

Con el ánimo de potabilizar una discusión que parece incompleta, selectiva y complaciente, debería empezar por afirmar que nunca había escuchado la música de la reggaetonera argentina Chocolate Remix. Estaría de más decir que me resulto una experiencia bastante desagradable, pero el que me resulte desagradable a mi o no, no es lo relevante ni como juicio estético ni como apreciación cultural. Chocolate Remix es conflictiva en la medida que es el resultado de un proceso cada vez más agresivo de apropiación cultural en la industria cultural de Latinoamérica. Los procesos de apropiación cultural son tan viejos, como los primeros espirales de producción, circulación y mediatización cultural. Para decirlo a cabalidad no hay posibilidad de que pensemos industria cultural al margen de procesos históricos de apropiación cultural y extractivismo estético. Del rock, al jazz, del jazz al tango, y del tango al flamenco, todos estos, solo por mencionar algunos ejemplos, se han erigido sobre estructuras y prácticas de apropiación, robo, despojo, “desahucio”, invisibilidad de los grupos racializados y de su propia producción y experiencia cultural. A la experiencia negra de los Estados Unidos le robaron el jazz, le blanquearon el imaginario del rock, a la población negra del río de la plata la borraron del tango como patrimonio ideológico de Estado, y al flamenco cada vez más le han cortado el cordón umbilical con la experiencia diasporica gitana y árabe. Para hablar de apropiación y blanqueamiento de ciertas prácticas culturales en el Siglo XXI no es necesario voltear a los casos anecdóticos de The Original Dixieland Jass Band, Elvis Prestley, o Pepe Marchena, hace falta solo echar un vistazo a todo lo que se está produciendo musicalmente en la región bajo la narrativa cultural de la “Latinoamericanidad”. Del son jarocho en México, a la champeta en Colombia, de la música de Palos en República Dominicana a la cumbia andina, de la marimba guatemalteca a la bomba puertorriqueña la fórmula es la misma, todo absolutamente todo ha sido objeto de una comodificacion cultural por parte de agentes culturales latinoamericanos blancos criollos, para el consumo cultural de latinoamericanos blancos criollos apoyados por industrias culturales que les otorgan la legitimidad de transitar culturalmente por donde sea, amparados en la carta de lo mestizo, la fusión y lo alternativo.

Lo conflictivo no solo está en que en tu condición de latinoamericano blanco te cuelgues un poncho andino, y te pongas a experimentar con las mismas cumbias de las que hace 5 años te burlabas bajo criterios innatamente clasistas y racistas. Mismas cumbias que ridiculizabas porque eran una rúbrica incuestionable de la cursilería del arrabal, de la economía emocional de tu trabajadora doméstica y sus primas, y de los asentamientos rurales más empobrecidos de tu ciudad. Lo conflictivo también está en que por tu privilegio racial, termines no solo por apropiarte de esa práctica cultural, sino que tu privilegio racial te otorgue la capacidad de resignificar, estetizar, sofisticar y ampliar la incidencia de esa práctica cultural. Y no conforme con eso, estés consciente que es por tu condición de blanco que esas prácticas culturales empiezan a ser asimiladas y aceptadas en el mainstream y en la industria cultural. Atrás de ti había una fila inmensa de músicas y músicos talentosos, pero la industria y el significante colonial los silencio, invisibilizo o relego al anonimato, porque tu blanquitud hace cómoda, fresca, y cool esa práctica cultural, digamos que le quita el polvo y el apeste.

 

Alrededor de Chocolate Remix hay un conjunto de narrativas que son transversales a los procesos de racismo y apropiación cultural que se empaquetan en una representación muy perversa:

“Su blanquitud-lesbico-feminista despatriarcaliza, intelectualiza, higieniza, sofistica, politiza, deconstruye la misoginia, la violencia de género, la enajenación, la ignorancia, el goce y el placer vulgar que el cuerpo racializado de Ivy Queen esencializa, naturaliza, refrenda, legitima, perpetua y reproduce”.

Hace poco escuche por ahí, que a esta nueva generación que hace turismo de clase en el reggaetón, Dj Playero, y Chiclin les deberían de cobrar peaje.

En esta marquesina no hay perreo consciente. No más chocolate Remix.

 

 

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