“En cualquier momento se puede hacer la llamarada”.
Samir Flores en (tres) tiempos.
“Los bienes comunes son coextensos con los recursos naturales y el patrimonio inmaterial. Son parte de la definición de una comunidad. Su privatización se llama despojo. Es la realidad violenta que nos amenaza y se extiende en un planeta donde la ley valedera no son ya los derechos humanos y la legalidad establecida sino cada relación de fuerzas dada.”
Adolfo Gilly, El tiempo del despojo. Poder, trabajo y territorio. UNAM, México, 2014.
I.
20 de febrero de 2019, 05:30 hrs. Amilcingo, Morelos. México.
Samir Flores Soberanes, campesino, defensor de la tierra, educador y fundador de la radio comunitaria Almitzinco 100.7 FM. Sale al patio frontal de su casa después de que su madre le llamara para atender a unas de personas que lo habían ido a buscar para anunciar algunas actividades en su programa de radio matutino. Samir camina por el callejón de terracería que iba de su patio hacia la calle, momentos después recibe dos disparos en el rostro y cae tendido sobre el suelo. Tres hombres, aún desconocidos, suben a un automóvil y abandonan el lugar inmediatamente. Lili, su esposa, sale corriendo de casa al escuchar las detonaciones. Encuentra a Samir tirado en la tierra y grita por ayuda. Samanta, vecina y compañera de lucha, llega momentos después al lugar donde se encontraba el cuerpo. Lo suben a un auto rápidamente y se trasladan a la clínica más cercana. Flores Soberanes muere minutos después de recibir las primeras atenciones médicas.
Un día antes, Samir había acudido a una sesión “informativa” convocada por el gobierno federal y encabezada por su delegado estatal Hugo Erick Flores, en la cual se pretendía dar a conocer los detalles del Proyecto Integral Morelos (PIM), un megaproyecto concesionado a tres empresas españolas, que intentaba poner en marcha el funcionamiento de dos plantas termoeléctricas, alimentadas por un acueducto y un gasoducto subterráneo que atravesarían regiones indígenas de los estados de Morelos, Puebla y Tlaxcala. Samir había sido uno de los principales opositores de este megaproyecto, realizando campañas informativas en su pueblo sobre el impacto ambiental y social que el funcionamiento de aquellas termoeléctricas provocaría en su comunidad. Haciendo uso de la radio comunitaria y asambleas populares en plazas públicas, Samir y algunos otros habitantes de Amilcingo y comunidades vecinas, promovían la defensa de sus tierras, el futuro de sus familias y la conservación del medio ambiente.
Al finalizar la exposición del proyecto por parte del delegado estatal Hugo Erick Flores, Samir tomó la palabra desde el público y alertó a las personas presentes sobre el daño que el megaproyecto estaba ocasionando en su comunidad y las consecuencias futuras en caso de que se continuara con su construcción. Samir exhortó a las autoridades federales presentes a proceder con la cancelación definitiva de la construcción y funcionamiento del gasoducto que alimentaría las termoeléctricas. Un día después, Samir yacía tendido fuera de su casa con dos tiros recibidos en el rostro por personas hasta ahora desconocidas.
II.
La primera vez que escuché sobre Samir fue en Jantetelco, comunidad vecina a Amilcingo, un año antes de su asesinato. Llegamos a Jantetelco por un conjunto de circunstancias y casualidades inesperadas. Pero aquella tarde de calor seco, sentados en el patio trasero de la casa de Angélica, debajo de un árbol de tamarindo sembrado a un lado de un pequeño campo arrocero, escuchamos por primera vez el nombre y la historia de aquel campesino indígena en resistencia responsable de activar procesos de memoria y politización en su comunidad, en donde incluso se había desarrollado una corriente de pensamiento campesino en resistencia conocido como Samirismo.
Semanas después, conocimos a Samir en su casa. Fuimos a visitarlo para que nos ayudara a reparar una maquina precaria para fabricar bloques de tierra compactada, que utilizaríamos más tarde en la construcción de un centro comunitario que estábamos comenzando a construir en el centro de Jantetelco.
Samir trabajando en su taller. Fotografía: Gerardo Aznar. 2019
Desde aquel momento, Samir acompañó y apoyó la construcción del Centro Comunitario Xantetelco durante todo el proceso. Siempre estuvo ahí, a veces cargando tierra, a veces transmitiendo para las comunidades vecinas a través de la radio comunitaria. Samir era herrero, padre, esposo, defensor de su gente, de su pueblo, de su tierra, de la vida digna. Aquel 20 de febrero, dos semanas antes de la inauguración del centro comunitario, nos levantamos con la noticia de que lo habían asesinado afuera de su casa.
III.
El caso de Samir no es una eventualidad aislada, la opresión y desarticulación de cualquier tipo de oposición o resistencia hacia procesos de despojo de los bienes comunes del territorio para acumulación de capital de organismos empresariales transnacionales, es una práctica de violencia sistemática cuidadosamente diseñada por intereses económicos, implementada en diferentes territorios por los mecanismos de poder y control legal o ilegal de los estados nación.
Los estados nación responden a las necesidades de funcionamiento de las estructuras de poder del capital, despejando el camino dentro de sus territorios para el avance del tren del progreso planteado desde la perspectiva de los poderes económicos fijados en esos puntos geográficos. La naturaleza, incluidas las sociedades que habitan en esta, significan siempre un recurso explotable. Los seres humanos y los recursos naturales son desechables frente al avance y estabilidad de los mercados económicos.
Esta perspectiva, implementada en los territorios que históricamente han cumplido una función extractiva de recursos humanos, económicos y naturales, designados de esta manera desde tiempos coloniales, sigue vigente y funcionado sin mayores contratiempos. Con características distintas en diferentes espacios, pero conservando su carácter de subordinación en la escala de estratificación de la colonialidad del poder contemporánea. Los territorios de los de abajo siguen siendo utilizados como campos de servidumbre para el mantenimiento de las estructuras de poder occidentalizadas del capitalismo actual.
En estas condiciones, la recuperación de historias de resistencia y lucha comunitaria como la de Samir Flores Soberanes, funcionan como estrategias de reivindicación política de las comunidades explotadas, defendiendo su derecho de imaginación de la historia, manteniendo vivos los cuerpos arrancados para continuar el incesante trabajo en la conservación de la vida digna comunitaria.
Gerardo Aznar
Samir transmitiendo con la radio comunitaria desde el Centro Comunitario Xantetelco.
Fotografía: Gerardo Aznar. 2019