Ojalá tú tener Gagá en tus quince
Por Yaissa Jiménez
La resistencia existe al margen de todo: es como una fuerza itinerante que sobrevive en medio de las condiciones más inhóspitas. No se va, no se destruye, es la manifestación de energía más viva que nunca he experimentado y esto es para mí una certeza absoluta. Y es en el arrabal en donde es más evidente la cosa. No hay forma que dentro del subsuelo de los submundos sudorosos, la resistencia no se multiplique y se eleve casi por inercia.
Uno de los pilares que se alzan en su contra son los rituales impuestos, blanqueamiento que, disfrazado de redentor, ha envenenado hasta a las conciencias más abiertas. Ellos se creen vencedores porque tienen en sus manos el poder del capital, ¡pero qué ilusos! No entienden que la vida no se compra y que la resistencia hace evidente lo estéril de todas sus imposiciones absurdas.
Hace mucho comentaba con una amiga lo que representan los palos como danza catártica y de celebración en República Dominicana. Hablábamos también de la ceremonia ritualista de los 15 años, un rito bastante fiel a nuestros ancestros pero eclipsado por todas las manías que el primer mundo nos impuso. Decíamos que si fuera por nosotras, la danza elemental dentro de toda fiesta de este tipo sería un compendio de remanentes afro, evitando completamente la pompa y el vals. Una salve de bienvenida, atabales siempre de fondo, paleros en la tarima, tocados de pañuelos de colores brillantes y caracoles en las cabezas, y un Gagá como pieza central y que se extienda toda la ceremonia hasta llegar al ritual de purificación. Qué merenguito típico, qué bachata sin desenredar. Que la familia (en cualquiera de sus formas) le dieran la bienvenida a la adultez del homenajead@ rompiendo el suelo con sus pies descalzos y que la figura principal, el o la quinceañer@, bailaría sin tabúes al ritmo desinhibido de los toques en cuero engrifado. Si esto fuera así, soñamos con que la historia sería otra. El ritual diría que no seas servil y cadencioso, como dama o caballero elegante de pompa y modales burgueses, sino otra cosa, no sabemos que, pero sí que sería más nuestro, menos subyugante, una serie de enseñanzas montadas en el meridiano de la resistencia.
Gracias a la eterna estupidez que caracteriza las decisiones que buscan suprimir el fluir de la resistencia, hoy nos enfrentamos al absurdo de que quieran prohibir el Gagá durante las celebraciones de semana santa, semana que, aunque la onda es que sea hiper-católica y vehemente, es la temporada de más desmadre carnal y desinhibición de los cuerpos. Allí, en el medio de los siete días sacros, está el Gagá, está la playa y la negrada haciendo formal presencia, están los ritmos afro (incluidos los urbanos que tanto tira y jala despiertan), eclipsando los cánticos dolosos de los fieles en peregrinación.
El viernes pasado la ciudad de San Pedro bailó sin reparo en honor a la resistencia que solo necesita de un par de amenazas para volcarse como volcán y dar a entender su inevitable presencia.
La invitación de la resistencia es siempre la misma. Baila San Pedro y bailen los bateyes que resisten en esta isla completa (no a medias), y baila San Juan, y baila Mata de los Indios, y baila Baní, y Baila Caribe afro-mágico-religioso. Baila hasta que se acabe el romo y hasta que los fogones se apaguen anunciando que por ahí viene el combustible para seguir bailando. Baila, que por cada danzante hay 21 divisiones moviéndose contigo. Baila, que si necesitas refuerzos llegarán a la fiesta los más de 300 aliados cubanos, esas divisiones en santería que se despiertan con solo asomar la cabeza por el mar Caribe y solicitar visita.
Ahora dirán la clásica: “pero Yayi, somos mulatos, los españoles también son parte de nuestra cultura”. ¡Sí claro!, pero no por elección. Todo lo afro, todo lo taíno, todo lo gitano, todo lo andino, todo lo de los pueblos originarios de América, todo eso sí que fue un regalo. Pero lo católico, lo conservador y lo monárquico fue una puta imposición. Vinieron, arrasaron, esclavizaron, destruyeron y alienaron todo en el nombre de la cruz($). Pero por suerte, así funciona la resistencia, la resistencia de los que no se comieron el cuento de la imposición y nos trajeron también regalos que no estaban en la lista de prioridades de la corona, esos que desde las entrañas de la gitanía nos regalaron parte de su subversión. Esos que nos hicieron llegar el rock, la literatura (que sí que tiene joyas subversivas a montones, regaladas del puño y letra de los que también fueron golpeados por el colono y opresor en su propia tierra). Así podría mencionar mil ejemplos más del los que estoy, y estamos, eternamente agradecidos. Pero tengan por seguro que la fuente de estas maravillas a las que cada vez tenemos más acceso, no es la línea conservadora que desde el principio de los tiempos lo que quiere es sacarnos el jugo a latigazos literales y metafóricos. Mismo sistema que se replicó en los gobiernos del mundo, mismo sistema que hoy quiere distraer disque prohibiendo el Gagá pa’ salirse del lio. Zafa, va de ahí baboso.
Por cierto, al igual que sucedió el año pasado en Filipinas, con gusto formaría parte de la línea de jóvenes musulmanes que protegió a los fieles católicos para que efectuaran su celebración eucarística sin represiones ni ataques. Creo en la Libertad de Credo como un avance irrebatible de la democracia, y eso, aun siendo agnóstica, los incluye a ustedes.