NARRATIVA

Un Mundial Africano: Goles chuecos, Crisis migratorias y trofeos de charol.

Un Mundial Africano.

Por Fabian Villegas.

Este terreno es una mierda, hay polvo por todas partes, el viento es rápido, daña la visibilidad y los balones ya no los hacen como antes, de cuero o de piel. Emmanuel asegura que en Camerún los balones que fabrican son totalmente de plástico, son una mierda, no sirven para nada, se los lleva el aire. Van dos centros justo a mi pie que me pone el muchacho de allá; es aún muy joven, juega en el medio campo, tiene una técnica para correr sin que se le despegue el balón que es asombrosa. Y no es egoísta: él puede poner 12, 18 pases para gol en el partido y nunca intentar un tiro o una jugada a la portería. Él está convencido que puede llegar a jugar futbol en Francia o en Inglaterra, asegura que un primo que se crío con él ya está jugando en Suiza.

De los dos centros que me puso no pude pegarle bien a ninguno; en esta cancha hay que ser muy inteligente y observador cuando se le quiere pegar al balón, ¡de verdad!

Si el balón viene desde el aire, hay que echar el cuerpo hacia atrás, como cuando Michael Jackson se inclinaba exageradamente, pero en este caso hacia atrás; hay que inclinarse totalmente hacia atrás y girar totalmente la cintura con el fin de no arrastrar el pie con el que le vas a pegar, el pie ya tiene que estar ligeramente en el aire, sólo cazando al balón conforme vaya bajando para deslizar totalmente la pierna y pegarle con toda la fuerza, pero con la parte de arriba del centro del pie.

La clave del buen golpe cuando viene el balón de aire no está en el pie, sino en qué tanto puedes echar el cuerpo hacia atrás y girar la cintura. La evidencia de que no hice un buen remate fue la cantidad de polvo que levanté después de hacer el remate; arrastré mucho el pie, tenía polvo hasta en los párpados, tenía la cara llena de polvo como si estuviera en medio de un carnaval.

En este torneo no hemos podido ganar casi nada; es cómico, pero a nivel profesional Camerún y Ghana dominan África. Aquí por lo que nos han dicho nunca ganan nada; aquí siempre los torneos los ganan los de Níger, el Congo o Burkina Faso.

Chad nunca ha ganado nada. En lo que va del año parece que nosotros somos el cuarto equipo que representa a Chad, y nuevamente no veo que podamos ganar algo.

Yo en lo personal me siento muy incómodo con el viento, es muy frío y violento. Las primeras semanas aquí eran insoportables; algunos llegamos en temporada de lluvia, fue insoportable. Pasando la lluvia yo siento que mi cuerpo se acostumbró al viento y al frío de este bosque, pero después de meses otra vez lo siento insoportable, me duelen los músculos y los huesos.

No digo que por eso no he podido ser efectivo en el juego, pues de dónde yo soy, de las afueras de N'djamena, las canchas de futbol están también en mal estado, hay mucha tierra y mucho polvo, pero a diferencia del frío, hay mucho calor y acostumbras al cuerpo jugar bajo el sol.

En Chad se dice que el sol no traiciona. El sol mata, pero no traiciona, te advierte que te puede matar; el viento no, el viento puede dejarte tranquilo días pero al cuarto día te puede matar.

Yo de las canchas de polvo de Chad recuerdo mucho. Tengo un recuerdo de niño jugando sólo pateando el balón al aire y rematando de aire a la portería por horas hasta que se metió el sol, hasta que un perro blanco muy grande estaba como a 10 metros sólo acechándome, pero con un rostro de mucha maldad; nunca me ladró, pero me impresionó cómo conforme yo me iba saliendo de la cancha y volteaba la cabeza para verlo, él hacía lo mismo, caminaba en la otra dirección pero con la cabeza volteada viéndome, como si fuera una persona.

Regresé a casa de mi abuela con miedo; a los dos días murió mi padrastro de un derrame cerebral, fue algo extraño.

Recuerdo también hace muchos, muchos años fastidiar a una señora que tenía un puesto de yuca con su nieto, exactamente a un costado de esa misma cancha; recuerdo que jugábamos a tirarle las yucas que tenía colgadas en su carrito con tiros de media y larga distancia. Hacíamos siempre como que el balón se nos había ido accidentalmente para allá, hasta que un día con el machete con que cortaba la yuca nos cortó el balón a la mitad y nos gritó a lo lejos «¡Vengan por su pelota servidores del diablo!» y lo que hicimos fue cada uno correr a su casa.

El futbol ha cambiado. Yo a veces pienso que hasta el lenguaje corporal ha cambiado en el futbol; antes se festejaba distinto, se brincaba distinto, era muy diferente.

Los nigerianos que tú ves de allá son rápidos y jóvenes pero tienen muy poca táctica y estrategia para desempeñar en el juego.

Los cameruneses no, con ellos está jugando otro muchacho muy joven que es de los que más tiempo lleva aquí; dice que lleva casi 8 meses, no hay balón que falle. Camerún juega para él, todo el equipo juega para él, todo el equipo hace el trabajo defensivo y parte de la media cancha, le tiran siempre balones con mucha ventaja y corre como un ladrón; no hay quien lo alcance; una vez que el balón llega a sus pies, no hay forma de que ese balón no entre a la portería. Por eso siempre cuando alguien juega con portería lo marcan más de 4 jugadores en distintas áreas, los goles de los muchachos de portería son siempre en algún descuido de la defensa contraria, o en una pelota con ventaja; si a ese ladrón le das ventaja, se te fue, es seguro que va hacer un gol.

El árbitro es Moussa, el viejo senegalés de allá. También tiene mucho tiempo aquí; él asegura que tiene problemas del corazón, por eso no puede jugar, pero es un fanático del futbol; le gusta crear jugadas polémicas, pitar cosas que no existen, no ver faltas o manos claras en el área. Pierre siempre le dice burlonamente que le gusta ver lo invisible y no ver lo visible. Realmente creo que como no puede jugar, marcar jugadas o no marcarlas, le da protagonismo, le hace pensar que está jugando y puede decidir el partido; y sí, realmente con esas farsas sí está jugando y puede decidir los partidos. A él ya le interesa más mantener el torneo que cruzar.

Todos decimos que no vamos a estar para al final del torneo, muchos hemos dicho eso, pero en realidad no sabemos cuándo nos vamos a ir. Yo llegué diciendo que no iba a estar para las finales del primer torneo y ya llevo casi dos torneos completos; todo mundo tiene miedo de decidir cuándo se va ir; el miedo nos tiene aquí por meses, pero el hambre y el frío nos obligan a movernos y a intentar saltar la valla.

Encontrar trabajo aquí es imposible. Nadie le da trabajo a un Subsahariano; lo único que se puede hacer aquí es mendigar; toda la comida nos la regalan, pero bajar por la comida es lo peligroso; los «mehanis» (la policía marroquí) siempre están por las partes de abajo del monte, andan buscándonos desesperadamente, cazándonos como si fuéramos animales; no he conocido nunca una policía mas inhumana y despiadada que la policía marroquí. Saben que como tenemos que usar las manos y los pies para cruzar la valla de Melilla, nos pegan en las manos, nos pegan en los pies, rompen dedos, tobillos, manos, brazos, piernas, asegurándose que no podamos volver a saltar.

A mí sólo una vez me tocó una redada, pero alcanzamos a escapar prácticamente todos con nuestras cosas; sólo pudieron quemar algunas casas de campaña, lonas para lluvia y alguna ropa; a muchos sí les han tocado redadas donde les han quemando todo, les han robado las cosas de valor, los golpean, torturan, y algunos los llevan para comisarías y centros de detención en Nador, Rabat o Fez. Eso es el infierno. Últimamente para todos, el mayor problema es el agua; la única forma de conseguirla es bajar a las fuentes del monte y traerla de ahí, pero los «mehanis» siempre están ahí, escondidos en las laderas del monte, a la espera de que bajemos por agua para agarrarnos.

Ellos saben que estamos aquí y que pasamos en el monte meses; a veces pienso que a ellos les conviene que estemos aquí, mucha gente dice que Marruecos recibe dinero de España cuando Marruecos los asusta diciéndoles que somos miles intentando brincar la valla; aún cuando no somos miles, ahora somos alrededor de 800, pero siempre se dice que somos 3000, 4000, números muy exagerados. No me creerías si te digo que más de dos veces a la semana me sueño cruzando la valla; he soñado que algunas veces me he cortado, algunas otras he saltado fácil sin dolor; me he soñado en Melilla, he soñado que me regresan y vuelvo aquí al monte, me he soñado llegando a Francia, me he soñado de vuelta en Chad recostado viendo televisión en casa de mi abuela, me he soñado en la patera con personas que no hicieron el viaje, amigos que se quedaron Chad, he soñado todas mis posibilidades. Con lo único que nunca he soñado es con morir aquí en el monte Gurugú.

Saltar la valla es más difícil de lo que se ve; realmente son dos vallas, muy muy altas; el problema es saltar de la primera a la segunda valla, mas cuando ahora hay alambres de púas por todos lados no hay manera de no lastimarse los pies o las manos, estando arriba hay que resistir. Si no lo hemos logrado no ha sido por culpa de la valla, sino por los Mehanis, o la Guardia Civil española; la guardia no hace nada más que entregarnos a los Mehanis; ni nos voltean a ver a la cara, y los Mehanis no hacen más que aparentar una detención sin violencia cuando están en la valla, pero una vez nos llevan a los centros de detención empiezan todo tipo de golpes y torturas y después nos dejan así lastimados, como animales en medio de la nada. Lo he visto con mis ojos, a la Guardia Civil española le damos miedo y asco, a los Mehanis les creamos odio y rabia. Nadie se imagina lo que tenemos que pasar para cruzar; hay veces que nos reímos diciendo que si hubiéramos sabido lo que íbamos a pasar nunca hubiéramos salido de nuestros países. Si alguien nos hubiera dicho que íbamos a pasar meses en el monte Gurugú sin bañarnos, sin comida, agua, dónde dormir, bajo el frío, la lluvia y sobre todo bajo los golpes y las torturas de los Mehanis, nunca hubiéramos querido venir. Pero tampoco es fácil regresar y asumir el fracaso, sobre todo cuando otros lo han logrado. Desde allá todo se ve simple, hay creencias viejas que son muy inocentes, de que todo va ser más fácil.

Mi abuela antes de salir me dio un documento muy viejo que casi no se podía leer, se le ha borrado toda la tinta. Es un documento oficial de mi abuelo como soldado de Francia durante la segunda guerra mundial. Ese documento no dice nada más que el hecho de que él prestó sus servicios al ejército francés durante la segunda guerra mundial. Mi abuela lo guardó por mucho tiempo y me lo dio esperando que de algo me pudiera servir cuando llegara a Francia; yo ya he investigado y eso no sirve de nada, se van a reír en mi cara cuando les muestre eso.

Durante el colonialismo francés a muchos hombres de Chad se les obligó ir a la primera y la segunda guerra mundial a combatir con el ejército francés a cambio de nada; a algunos se les obligó, a otros les prometieron muchas recompensas, al final nunca les dieron nada.

Todo lo contrario, Francia lo que hacía era enviar a la mayor cantidad de hombres de sus colonias en África a pelear en las peores condiciones, a los escenarios de mayor riesgo en la primera y la segunda guerra mundial, dejando a sus ciudadanos franceses operando en las zonas de menor conflicto, en los escenarios de menor riesgo. La gran mayoría de los soldados de las colonias murieron. A Francia no le importaba, los mandaba a pelear y después los dejaba morir en combate. Así mató dos pájaros de un tiro: peleó una guerra, agigantó su ejército y se deshizo de muchos hombres africanos de sus colonias.

En Chad se conocen muy bien estas historias. Todos tenemos un familiar o sabemos de alguien que murió en una guerra siendo utilizado como soldado por Francia y su ejército; la influencia del ejército francés en el ejército es Chad es mucha; el ejército de Chad es una reproducción en miniatura del ejército francés.

Por eso siempre decimos que un soldado de Chad es automáticamente racista, pues el ejército de Chad heredó del ejército francés la idea del enemigo interno, la idea de que en el fondo todos somos o podemos ser enemigos del ejército, la idea de que el peligro está dentro de la población. Tú puedes ser alguien honesto y entrar al ejército, pero una vez que entras al ejército de Chad te vuelves desconfiado de la población, ves todo el tiempo en la población a tu enemigo, crees que el mayor peligro viene de ella, entras en guerra con ella, te deshaces de ese miedo deshaciéndote de la población, ese es tu trabajo deshacerte de la población hasta que alguien se deshaga de ti. Es muy difícil cambiar eso, es parte del colonialismo francés. Así trabajó el ejército francés cuando ocupo Chad, así se formó el ejército de Chad imitando al ejército francés. El colonialismo francés es parte de la estructura y la ideología militar del ejército de Chad.

Cambiemos de tema, no quiero ya hablar de eso, mejor vamos a entrenar que ya en poco nos toca jugar.

 

Moussa: – ¡Esperen su lugar, no se levanten, el partido termina cuando yo lo pite!

 

–Mira Moussa, ¡este partido ha durado más que todos! ¡Pítalo ya! ¡Ya nos toca jugar!

 

 

contranarrativas cuento..JPG