NARRATIVA

Recordando a James Baldwin. Sin nombre no hay aniversario luctuoso.

Recordando a James Baldwin. Sin nombre no hay aniversario luctuoso.

Fragmento de “Nadie sabe mi nombre”.

Por James Baldwin.

"Cuando alcanzamos el fin de aquella larga manzana, nos encontramos en la ancha, sucia y hostil Quinta Avenida, frente a aquel bloque de pisos que pende sobre la avenida como un monumento a la insensatez y la cobardía de las buenas intenciones. Por toda la manzana, los enterados sabemos que hay inmensos huecos de humanidad, como cráteres.

Los huecos no los han creado solamente los que se han marchado, inevitablemente a algún otro ghetto; o los que han subido, casi siempre hasta una acrecentada capacidad de odiarse y engañarse a sí mismos; ni tampoco por los que, de resultas de lo que fuere (la Segunda Guerra, la guerra de Corea, la pistola o la macana de un policía, una lucha entre pandillas, una pelea en la calle, un ataque de locura, una sobredosis de heroína, o simplemente un agotamiento más que natural), están muertos. Hablo ahora de los que quedan, y hablo sobre todo de los jóvenes. ¿Qué hacen? Veamos. Algunos, una minoría, son fanáticos de alguna iglesia, miembros de las más extremas entre las sectas protestantes. Muchos más, muchos, son «musulmanes», por afiliación o por simpatía, lo cual quiere decir que no les une nada más (ni nada menos) que el odio hacia el mundo blanco y sus obras. Están presentes, por ejemplo, en toda reunión callejera de propaganda del lema «Compra lo Negro» —reuniones en las que el orador incita a sus oyentes a dejar de comerciar con los blancos y a establecer una economía separada. Ni el orador ni los oyentes pueden hacerlo de ningún modo, ya que los negros no son dueños de la General Motors, ni de la RCA, ni del A & P, ni son dueños de nada más que de una muy insuficiente porción de lo que hay en Harlem (los que, en efecto, son dueños de algo están más interesados en su provecho que en sus compañeros). Sin embargo, aquellas reuniones callejeras sirven para conservar vivo en sus participantes un cierto orgullo de amargura sin el cual, por muy fútil que pueda ser la amargura, apenas lograrían seguir viviendo. Muchos han renunciado…”.

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Foto por Jamel Shabazz.

Foto por Jamel Shabazz.