Lula y Latinoamérica. Neogolpismos explicados a ciegos y distraídos.
Por Fabián Villegas
Decía un filósofo nigeriano que entre entender y no entender hay más de 10 de categorías, recurro a la cita con mucha frecuencia, pue explica con precisión el reduccionismo analítico, la fetichizacion de ciertas narrativas y la desinformación rampante con las que se escrutinan las coyunturas políticas.
La persecución política emprendida contra el ex presidente y actual virtual candidato a la presidencia de Brasil Lula da Silva, ha confirmado lo obvio y lo menos obvio, por un lado el proyecto neo golpista y desestabilizador de la elite más recalcitrante del conservadurismo latinoamericano a través de guerras de alta y baja intensidad, concentradas y legitimadas desde las artimañas y argucias del congreso y el aparato legislativo, que bien podríamos signar su inauguración con el golpe de Estado en Honduras al ex presidente Manuel Zelaya.
Por otro lado ha confirmado algo menos obvio, el sismo ideológico que han generado las narrativas de los Thinks Tanks de laboratorio privado de derecha para hacer del concepto de “no más corrupción” el significante democrático del siglo XXI en la región.
Ojo, con esto no se trata de trivializar las luchas encarnizadas contra la estructura de corrupción sobre las que se ha sostenido la construcción del Estado, la clase política y la plutocracia latinoamericana, se trata de identificar el uso y la instrumentalización que la clase política hegemónica le ha dado a la lucha “anti corrupción” y al “saneamiento de la administración pública” como estrategia desestabilizadora, persecutoria, de procesos democráticos en la región.
En donde la eficacia de la narrativa reside en generalizar y confundir todo con todo, meter todo en un mismo saco y hacer una analogía entre el caso de Odebrecht dominicana, México, Iván Zuluaga en Colombia con el caso de Dilma, Lula, Zelaya, Kuczynski por decir algunos y celebrarlo ingenuamente bajo el imperativo de “impartición de justicia” en la región. Paradójicamente en ese ejercicio “celebratorio” de impartición de justicia no ha sido judicializado ningún presidente ni alto funcionario de la derecha Latinoamericana, con todo y las miles de evidencias, sobre tráfico de influencias, sobornos, sobrevaluaciones, licitaciones fantasmas, financiamientos ilícitos etc.
Los únicos que han caído han sido chivos expiatorios, que sirven para acreditar el simulacro regional de impartición de justicia y saneamiento de la administración pública, de cara a las acusaciones sobre el uso faccioso de las fiscalías, el congreso y el aparato legislativo para cazar y dar golpes de estado a los procesos democráticos en la región. Como es el caso del expresidente de la cámara de diputados de Brasil, orquestador técnico del impeachment contra Dilma, Eduardo Cunha, hoy sentenciado a 15 años de prisión por lavado de dinero, y corrupción. La pregunta es: donde se quedaron las investigaciones sobre Macri, Juan Manuel Santos, Roberto Prieto, Danilo Medina, Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón, Leonel Fernández, Álvaro Uribe, Aecio Neves, Michael Temer, Juan Carlos Varela?
Un error fundamental en el análisis es por ende estar totalmente ignorantes al complot y la articulación estratégica de la derecha regional detrás de la instrumentalización del caso Odebrecht. Como es absurdo aquel juicio inquisitorial que hace de Lula casi el máximo dueño o representante de Odebrecht. Vale la pena hacer la acotación, Odebrecht es una constructora privada de Brasil, no es Lula, ni es Brasil. Para a quien se le olvida Odebrecht es una empresa privada que surgió directamente del gobierno de la dictadura militar en 1970, con profunda vinculación con la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y con el Banco Mundial (BM), cuyo principal accionista es Estados Unidos (EE.UU). Vaya paradoja, la investigación empieza formalmente en Washington, y quien termina siendo presidente con menos del 15 % de apoyo es Michael Temer, ex informante de la C.I.A para EE.UU en Brasil.
Dicen en la calle que si en algo hay que conservar el fetiche de la “prueba” es en materia de derecho. Hay quienes incluso se atreven a argumentar que la falta de las pruebas contra Lula es algo casi secundario. Nada puede ser secundario cuando las únicas pruebas disponibles son los testimonios del dueño de una constructora privada que a través de su “confesión” cabildea la baja de su condena penitenciaria. Única prueba.
Si hay un espacio geográfico donde no complejizar es lo verdaderamente “antidemocrático” ese es Brasil. Un país continental con transiciones históricas muy recientes que van del sistema de plantación a la dictadura militar, y de la dictadura militar al único espacio de oxigenación y potabilidad democrática con el Lulismo para pasar nuevamente con el golpe de Estado a la expresidenta Dilma Rouseff desde el 2016 a la fecha a manos de una elite evangélica racista, conservadora, machista de ultraderecha que en 30 días logro echar para atrás el país 30 años, logrando desmantelar organismos, instituciones, procesos que eran fruto de las conquistas democráticas y políticas del Brasil de la post dictadura. Entiéndase la eliminación del Ministerio de Igualdad Racial y Derechos Humanos, el Ministerio de la mujer, el Ministerio de desarrollo agrario, el vaciamiento del Ministerio de Cultura ahora presidido por un “creacionista”, etc.
Si algo se ha hecho bajo la administración de Michael Temer en un año y medio es construir las condiciones legales para desmantelar cualquier expresión política, legado socio-cultural de ese ciclo progresista Brasileño que inicio en el 2003 con la presidencia de Lula da Silva. Una de esas condiciones es justamente inhabilitarlo “legalmente” para impedir a toda costa la candidatura a la presidencia para las elecciones de presidencia del 2018, en la que llega en las encuestas con una mayoría avasallante de 45% de intención de votos, frente a un 16% inflado del segundo puntero en las encuestas, Jair Bolsonaro. Jair Bolsonaro es un militar, del ala más radical de la ultra derecha brasileña, de formación política de la dictadura militar, que se ha posicionado abiertamente en favor de la militarización, el uso de la tortura en tareas de seguridad e inteligencia, se ha opuesto frontalmente a las cuotas de igualdad racial, posee la intención de “armar” campesinos, que no es otra cosa que generar estrategias de paramilitarismo para combatir al MST (Movimiento de los sin tierra) al que considera una cáncer de la sociedad rural brasileña. Ha condenado públicamente la homosexualidad y se ha posicionado en contra del matrimonio igualitario, y reconocimiento a derechos políticos y civiles de la comunidad LGBT.
Frente al simplismo analítico de quien cree que las palabras “caudillo” o “populismo” son significantes políticos de atraso y maldad en Latinoamérica, herramientas conceptuales de la ciencia política, el pensamiento complejo, o de quien reduce todo el proceso de democratización en Brasil por el Lulismo a “fue un cabildero”, creo “lógicas subimperialistas”, hay una avalancha de conquistas políticas históricas, una marea de conquistas en el campo democrático que trastornaron la historia colonial-esclavista, dictatorial-fascista, racista-necro política de Brasil.
Coincido con que en Lula no se puede esencializar mesiánicamente la voluntad política y el horizonte utópico de 200 millones de brasileños, coincido en las deudas de Lula con organizaciones sociales de base, sindicales, movimientos sociales, grupos indígenas, faveladas y favelados, mujeres y jóvenes de la periferia. Y también coincido con esos mismos grupos y estas mismas personas que ven en Lula un interlocutor de los procesos democráticos y de transformación social en Brasil, hasta ahí, sobre todo de cara un proceso de derechización rampante que ese significa sobre todas las cosas desaparición, empobrecimiento, criminalización y muerte.
Usted puede “deconstruir” con la boca, pero no deconstruye realidades más allá de sus palabras y su boca, otra cosa muy distinta es romper históricamente en 15 años y en colectividad con algunas pautas Maltusianas y alejar a 40 millones de personas de la pobreza. Se dice fácil y también se dice con la boca.
Nada es casual, ni accidental en el horizonte, toda la región está enfrentada a un escenario de alerta y emergencia.
Larga vida Marielle Franco.