NARRATIVA

“Viaje expreso a la Mecca”. Malcolm X / Storytelling

“Viaje expreso a la Mecca”. Malcolm X / Storytelling

Por Bocafloja

Era 1995 y aquella camiseta con la leyenda y marca Mecca me hacía sentir empoderado para surcar dignamente los nodos de la colonialidad en Latinoamérica, me ayudaba a complementar un antagonismo orgánico que en aquel momento no me era posible redondear o justificar intelectualmente. Semiótica periférica, prieta, diaspórica.  No tenía la menor de idea del significado detrás del nombre, pero siempre supe bien lo que significaba al ser leído sobre mi cuerpo. Ese mismo año, me tropecé con una copia pirata en VHS de la película Higher Learning de John Singleton en un puesto ambulante de la periferia en la Ciudad de México, el cual literalmente vendía “basura parcialmente útil”. Al ver la película, un personaje en particular robó por completo mi atención, su nombre era Fudge, un estudiante politizado y militante Negro quien se desmarcaba del aislamiento y comfort del contexto universitario en el que se desenvuelve la historia, el cuál posicionó su discurso y agenda mediante una postura confrontativa y transgresora con respecto a las estructuras de poder y en particular a la supremacía blanca operante incluso dentro de los bordes académicos. Fudge me introdujo a Malcolm X.

A Malcolm lo estudié parcial y paulatinamente por varios años, para luego releerlo en diferentes etapas en mi vida mediante diferentes ópticas críticas y bajo distintas motivaciones.

 

De Malcolm aprendí que la experiencia Negra ni puede ni debe centrar su definición y pilares fundamentales en los bordes y narrativas provenientes de los Estados Unidos únicamente. Malcolm caminó por Monrovia, Dakar, Argel, Zanzibar, Marruecos, certificando la condición multidimensional del cuerpo del oprimido, pero sobretodo llevando la consigna de un tipo de trabajo político que apostaba al rompimiento con la estructura de poder como una forma de cohesión entre sujetos coloniales, de palpar la autodeterminación en el terreno tangible, de socializar el poder, de invertir el paradigma de la negociación bajo condiciones permanentes de subalternidad, del orgullo como una estética contra-hegemónica y de la estética como un vehículo discursivo anti-colonial.

“Los líderes Negros de los Estados Unidos tienen como problema más crítico la falta de imaginación. Su pensamiento y estrategia son siempre limitados o apelan a la aprobación del hombre blanco. Lo que menos quiere la estructura de poder americana (E.U) es que los Negros empiecen a pensar en el contexto internacional. Creo que el error más grande de las organizaciones Negras son sus líderes, quienes han fallado en establecer líneas de comunicación solidaria entre naciones independientes de África y población Negra en América.” Malcolm X

 

Es así que Malcolm me llevó de la mano y me introdujo a Fanon, luego me empujó violentamente a entender a los Young Lords via Felipe Luciano, me obligó a comprender la revolución cubana desde una perspectiva que no partía del nacionalismo latinoamericano, me presentó a Angela Davis, me regaló la oportunidad de aprender de Kwame Ture, de abrazar a la familia de Walter Rodney, me abrió un horizonte nuevo que hilvana espiritualidad con organización política a través del Islam como la religión más bella y coherente, me permitió entender el porqué del pasamontañas en el rostro de Ramona, me dio las herramientas para estar orgulloso al mismo tiempo de Túpac Amaru que de 2pac Shakur y de paso me ayudó a fortalecer mi propia producción de conocimiento de una forma crítica al punto que hoy puedo desmontar las tremendas limitaciones casi ingenuas de Gloria Anzaldua en su tesis de la “Consciencia Mestiza”.

Finalmente comprendo que aquella camiseta Mecca era producto de una victoria social y conquista histórica, que aunque pudiera banalizar las formas políticas de la comunidad Negra musulmana en los Estados Unidos, también representaba una forma de transgresión y resignificación de los epicentros de poder, situando al sujeto colonial y a su existencia desde el margen como un espacio digno, autónomo y eventualmente emancipado. 

Larga vida Brother Malcolm

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