Memorias sobre América: La fiesta de los indianos, el centro de interpretación y los discursos coloniales en Sant Pere de Ribes.
Por Camila Opazo-Sepúlveda
Vecina de Sant Pere de Ribes desde 2018.
¿Qué papel desempeñan los silencios dentro de la recuperación de la memoria histórica, o si lo queremos pensar en otra dimensión, que lugar discursivo tienen los silencios dentro de las macro narrativas históricas? Toda historia colonial es la historia de un silencio.
¿Como le otorgamos un acto de habla a esos silencios, como hacemos de esos silencios archivos de nuestra memoria histórica, espacios afectivos, lugares de posibilidad de las memorias anticoloniales?
La historia colonial está llena de silencios y la reflexión que presentaré a continuación se cuestiona sobre ellos. Al mismo tiempo, pretende motivar a quien está leyendo a que también se haga preguntas. Que se interpele sobre los silencios, pero también sobre los olvidos y las nostalgias en relación al pasado imperial europeo. Se trata de un relato en primera persona que narra sobre mi propia migración, pero también refiere a la historia del Sant Pere de Ribes, mucho antes de mi llegada. Comparto con ustedes mis preocupaciones respecto a cómo se recuerda esa historia actualmente en el pueblo, y qué implicancias tiene para mi como vecina. Me interesa llevar la atención a las posibilidades que tenemos para repensar las memorias colectivas de Ribes y Roquetas, y de construir historias compartidas comprometidas con la búsqueda de soluciones efectivas a problemas actuales y futuros. Estoy pensando en las desigualdades que se viven en nuestras sociedades, las luchas contra el patriarcado y el capitalismo, y la propia “crisis civilizatoria” que ha sido descrita como característica de nuestros tiempos. Especialmente si lo que buscamos es construir un pueblo que ofrezca dignidad para la vida de quienes elegimos a Sant Pere de Ribes como nuestro lugar donde habitar, criar y crear comunidad.
Hace más de 500 años que la Corona de Castilla tomó posesión de Abya Yala, que más tarde fue nombrada “América”. Sin embargo los fantasmas de esos tiempos de invasión, muerte, desplazamiento forzado y genocidio de poblaciones en África y América se presentan de maneras concretas y diversas todavía en la actualidad. Algunas de estas maneras se refieren a lo simbólico −como fiestas, fechas y monumentos−, mientras que otras tienen que ver con exclusiones cotidianas y vitales que vivimos las personas migrantes que provenimos de países anteriormente colonizados. ¿Cuáles son los mensajes que recibimos en el pueblo sobre esta historia? ¿Qué lugar ocupa “América” en la historia local? ¿Qué lugar tenemos las personas provenientes de ese continente en las narrativas y representaciones que de dicha historia se concretan en nuestro pueblo? Hace cuatro años, cuando llegué a vivir a Ribes, comencé a realizarme estas preguntas.
Mi primera aproximación fue a través de la fiesta de “El retorno de los indianos” que se celebra en el pueblo desde el año 2017. La exposición temporal instalada durante los dos días de la fiesta en la Casa de la Vila que visité en 2019, el material de difusión que el Ayuntamiento ofrece en físico y virtual sobre la "Ruta de los Americanos de San Pere de Ribes" y "Red de municipios indianos", y el museo o centro de interpretación Americanos recientemente inaugurado en junio de 2022, han sido las fuentes a través de las cuáles me he informado sobre el legado indiano del pueblo. En pocas líneas, estos discursos institucionales hablan sobre ribetanos que se fueron a “hacer las Américas” mayormente a Cuba, y volvieron con grandes fortunas. La información brindada habla sobre familias acomodadas que se observan en fotografías en grandes y ostentosas casas. También se destacan fuentes y plazas públicas, en las que se hace énfasis por su carácter de patrimonio arquitectónico e histórico. Cabe mencionar que la palabra esclavos es apenas nombrada en estos materiales educativos, y que aparece siempre de manera descontextualizada.
“Hacer las Américas” es un dicho popular en Cataluña para referirse a las fortunas que se hacían quienes iban a trabajar a las colonias. Su trabajo, que se recuerda como muy laborioso, se ha relacionado con la “economía triangular”, y los negocios como tiendas, tabernas, fábricas de tabaco, chocolate, entre otras actividades lucrativas, donde la esclavitud se menciona como una más de ellas. La naturalización del proceso de secuestro y esclavización de personas africanas y amerindias no sólo se expresa en el uso del término “esclavos” en los discursos oficiales sobre el legado indiano, sino también en la escasa información que se aporta sobre el significado de esa ruta de ultramar entre Cataluña, África y América. La ausencia de explicaciones sobre cómo se consiguieron las fortunas indianas es uno de los grandes silencios en la historia colonial. Esto es, se recuerda quiénes fueron los indianos, pero se olvida que el esclavismo y el colonialismo son parte fundacional de lo que es hoy Cataluña, y en particular Sant Pere de Ribes, y que de ello dependía la prosperidad del pueblo entre los siglos XIX y XX.
Dichos olvidos suelen no ser azarosos. ¿Por qué recordar a los indianos y colonos, y silenciar todo lo relativo a las personas esclavizadas, cuándo los primeros fueron muchísimos menos que las segundas? ¿Por qué no reconocer que en aquellas épocas ya se sabía a qué se iba antes de partir a “la aventura”; y que existe, desde ese entonces, oposición y crítica a dichos procesos de violencias coloniales? Me inclino a pensar en cierto tipo de “amnesia selectiva”, donde la selección de recuerdos benefician a unos pocos, mientras que imposibilitan a la mayoría, desarrollar una perspectiva crítica sobre la imposición de sistemas de opresión estructurales, como el de la esclavitud. Sistemas que se impusieron no solo hace quinientos años, sino que se continúan materializando en leyes que legitiman y reproducen exclusiones racistas, como la actual Ley de Extranjería española.
En fiestas, rutas y exposiciones en el pueblo, se presenta a los indianos como personas ilustres, que han dejado un gran legado para la sociedad actual. Algunas fiestas de indianos han destacado también el patrimonio inmaterial de la época, recordando especialmente el mestizaje musical y gastronómico. Aquí las preguntas las dirijo hacia otro tipo de herencias que mantenemos desde esos tiempos, pero que nuevamente se encuentran completamente silenciadas. Estas se relacionan con las diversas formas de explotación a pueblos y territorios no-occidentales, que en su momento se manifestaron en los ingenios, las plantaciones, la minería; y hoy se ven cristalizadas en las industrias forestales, el monocultivo para la exportación, la precarización del trabajo de las mujeres del tercer mundo, y el neoextractivismo, por mencionar algunas de ellas. Localizándonos en este lado del mundo, podemos verlas en el control migratorio, la existencia de centros de internamiento de extranjeros, y la exclusión sanitaria o de vivienda que vivenciamos las personas migrantes y racializadas, incluso en el propio municipio que compartimos siendo vecinos. Otro gran silencio en la historia colonial se constituye entonces en torno a las consecuencias actuales de dichas estructuras sistémicas de empobrecimiento de muchos, para el privilegio de unos pocos burgueses colonizadores y sus descendientes directos. Y también para el enriquecimiento y beneficio de la gran mayoría de la sociedad blancoeuropea como beneficiarios indirectos, en tanto forman parte de un sistema-mundo occidentalmente centrado desde los inicios de su historia imperial.
Un tercer silencio a nombrar es acerca del papel de las mujeres en esta historia colonial. Especialmente porque en los últimos años, el legado indiano de Sant Pere de Ribes ha querido ser abordado por el municipio en términos feministas, poniendo a este movimiento emancipatorio al servicio de la legitimación de narrativas que exaltan la colonización. Aquí, las preguntas son: Si se van a recordar a las mujeres implicadas en la historia colonial, ¿por qué no se menciona nada sobre las violaciones que se practicaron de forma masiva y cotidiana a mujeres y disidencias sexuales negras e indígenas en las colonias? ¿Por qué no se dice que ellas fueron tratadas como bestias, y se desconoció todo rastro de su humanidad? ¿por qué no nos preguntamos por las consecuencias intergeneracionales que ello tiene en las corporalidades feminizadas hasta la actualidad, y nos quedamos en cambio, en un reconocimiento del papel de las mujeres en la empresa colonizadora, como si fuera eso motivo para sentirnos orgullosas, empoderadas y parte de una historia, que ahora sí incluye a las mujeres?
Ante las anteriores interrogantes, y mientras nuestros hijos e hijas crezcan en un pueblo indiano que vacía de contenidos las tradiciones, las tergiversa e impone para fines turísticos desde estrategias totalmente acríticas, no podemos dejar de temer a que las abusivas historias de la colonización se continúen reproduciendo en la actualidad, amenazando la vida y el bienestar de nuestras familias y vecinos llegados de fuera. Y con ello, que el sueño de la no repetición de las violencias coloniales en nombre del progreso y la civilización quede solamente enunciado en las políticas nacionales e internacionales de identidad y memoria, pero lejos de lo que vivimos en nuestra cotidianeidad, en sociedades cada días más diversas en términos étnico-raciales.
Mi apuesta, como vecina americana del pueblo, se aferra a la esperanza. Especialmente porque apareció ¡al fin! al ver un llamado a una concentración en contra de la revictimizante “fiestas de indianos”. También surgió en un primer encuentro entre vecinos para conversar sobre las posibilidades de replantearnos, desde perspectivas críticas, el centro de interpretación y la celebración del retorno de los colonos y esclavistas al pueblo. La lucha por la memoria histórica local, es también una lucha global, que nos desafía a encontrarnos para construir colectivamente otras versiones sobre aquella historia colonial que nos une, pero que lamentablemente también nos separa en términos de desigualdad. Nuevas narrativas pueden surgir de un entendimiento mutuo y escucha de quienes hemos sido hasta hoy excluidos y subalternizados. Y nuevas relaciones pueden surgir entre personas culturalmente diferentes, si las abordamos ya no desde la inferiorización, sino considerándonos a todas personas equivalentes, necesarias y merecedoras de un mundo libre y un vivir sabroso. Pensando en el potencial educativo de las tradiciones y legados locales, y en cómo, a través de estos, se elige heredar o transformar imaginarios sociales racistas y excluyentes, apuesto a encontrarnos para nombrar estos y otros silencios implicados en la historia colonial. A tener conversaciones que, aunque puedan resultar dolorosas, constituyen aquellas que nos permitirán luchar efectivamente contra el racismo, el patriarcado y el clasismo que venimos heredando, de manera silenciosa, pero extremadamente eficiente, desde tiempos coloniales hasta nuestros días.