NARRATIVA

Solsticio de Verano. El impuntual.

Por Fabián Villegas.

Mi impuntualidad orgánica se ha visto expuesta al menos en 3 continentes, 16 países, y por lo menos a 10 de los 24 husos horarios de la tierra. He visto y escuchado todo tipo de sinvergüencerías en materia de impuntualidades, el cabron que deliberadamente se abrió paso en medio del tráfico pegándose con el carro a una ambulancia con la sirena puesta, haciéndose pasar como cercano a la emergencia.  

Quien se bajó del bus público y literalmente se echó a correr y corrió con la suerte de que lo detuvieran dos policías para preguntarle porque estaba corriendo, perdió la cabeza, aventó el folder del trabajo y le metió dos bofetadas limpias al policía de vialidad, termino detenido y argumento que si hubiese sido blanco no lo hubieran detenido pues hubiesen pensado que estaba haciendo ejercicio y no corriendo con lo robado. 

Hasta quien se atrevió a perder 10 minutos más para recoger unas radiografías viejas y acreditar que había llevado al médico a su abuela de Tacámbaro Michoacán, y no solo eso, la hizo cómplice y la convenció para que ensayara su testimonio sobre reflujo extraesofagico.

Pero hasta el 2017 nadie la había quitado a mi amigo mexicano Erick López la medalla al cabron mas impuntual del mundo, hasta que conocí el “huso horario” del 85 % de la población de la Republica Dominicana. 

Como impuntual me han hecho sentir como en casa, me han hecho esperar hasta 2 horas y diez minutos, recurriendo a los mismos recursos narrativos y argucias que un negociador de rehenes: 

“Estoy saliendo ahora mismo de casa”. 
“Estoy cerca máximo 15 minutos, coño pero que tráfico, esto está parado”. 
“Me voy a ir mejor caminando, diablos pero esto esta imposible”.  
“Estoy ahí en 10 minutos máximo”. 
“Sigues ahí, estoy ya mismo, dame 7 minutos que me encontré con un pana caminando”.
“Ya voy que me pare a ponerle una recarga al teléfono para escribirte, llegando casi”.
“Estoy en un minuto, no te veo”. 
Y ahí es que el sinvergüenza ese aun ni siquiera ha llegado, ahí sí que ahora si está a 7 minutos de llegar, para esto ya pasaron tranquilamente 60 minutos. 

No quiero entrar en justificaciones pero quien conoce de primera mano la parada de guaguas del Parque Enriquillo y todas las paradas de guaguas (camiones) del tercer mundo sabe que el trámite está sujeto al estado anímico del chofer y al síndrome napoleónico del ejercicio de su podercito.  Que puede llevarloen un impulso a montarse y prender el motor, en otro a bajarse y caerle atrás a la mujer que atiende en la banca de enfrente, para decirle que asegura que como que van dos veces que cambian el número del Pale (la lotería), que en la mañana el vio el 41, y ahora está el 46, para después volverse a subir acelerar el motor sin avanzar, solo pisar el acelerador, hacer el show de acomodar el retrovisor, volverse a bajar, ir a mear, regresar, quedarse afuera del camión volteando fijamente a todos lados, secarse el sudor, agarrarse el pito por encima del pantalón y darle un pescozón (zape) abusivo acompañado de un “buen pendejo” al vendedor de lentes y galleticas en turno, volverse a subir, acomodar de nuevo el fuckin retrovisor, quitarse la gorra, echar pa atrás el asiento, prender la radio, volverse a bajar, recibir más de 3 gritos de “Abusador”, comprar un refresquito naranja, para ahora si montarse y finalmente arrancar ese maldito camión. 

Haciendo gala de mi creatividad cuando me llamo por teléfono Gerson para ver por dónde venía, asegure que iba en la guagua justo pasando el peaje, cuando aún ese camión estaba saliendo de la parada de guaguas. Alguien me dijo alguna vez que en mi impuntualidad había un correlato con una especie de falso optimismo, y estoy de acuerdo, creo que todo está cerca, creo llegar a todo rápido, no importa cuántas veces me equivoque caigo en mí mismo gancho, y sufriendo una ansiedad cabrona el estiramiento de esos 15 minutos, sepa usted que el impuntual no es indiferente a su impuntualidad.

Llegando a la parada de Boca Chica hice lo que nunca hago, montarme en un motor para llegar lo más rápido a la tienda grande de la playa de Hemingway donde había quedado de verme con Gerson, no sin antes llevarme la burla de los choferes de los motoconchos que cuando escucharon que le dije “pero vete lento, dale al paso”, me gritaron riéndose “peeeeeeero abrázalo, pegatele”. 

Al llegar a la tienda ayude a Gerson a cargar unas bolsas de la compra no sin antes escuchar un monologo sobre lo descabelladamente caro que se estaba poniendo el país. “Mano tú vas a ver la compra, una mierda de compra y 2300 pesos, yo de verdad no sé cómo resuelve la gente aquí, este país es caro, es más caro que Boston”.

Al entrar al edificio donde Gerson había rentado un apartamento con su esposa e hija, el gerente del lugar se nos acercó un tanto apenado y con una cara de pendejo que no podía con ella, sabía yo que en la playa de Hemingway no se podía meter botellas de vidrio, y llevar los montones de cosas más que uno acostumbra a llevar cuando va a la playa. 

“Señor le pedimos una disculpa, pero el Sr Adolphe nos llamó para pedirle una disculpa, y reembolsarle su dinero, así como su depósito, parece que otras inquilinas de la Torre se incomodaron un poco con la visita, pues no están acostumbradas a ver gente en la piscina que no sea propietaria, y el Sr como no vive aquí, vive en Suiza, pero renta el apartamento por internet no quiere tener problemas con los demás inquilinos”.

Gerson con una ingenuidad que no era proporcional a sus años de doctorado en calle, como barbero diversificado en reparación de celulares, mixologo auto didacta diversificado en Dj de Hip Hop de los 90s en un bar bien blanco en Boston, respondio:

¿Es la primera vez que pasa esto? 

Si Sr, nunca yo había estado en esta situación, 

¿Pero porque se incomodaron?, yo estaba en la piscina con mi esposa normal muy tranquilo.

 No sabría decirle Sr. 

-Su maldita madre de visita en mi país una semana y uno tiene que aguantarles mierdas a esta gente, por eso estaba encima de ti, que te apuraras para ya salirme de ahí de la piscina y estar mejor en el penthhouse porque yo note a esa gente paranoica, viéndome raro. 

Ta bien pendejo la siguiente vez llego puntual y traigo 4 disfraces para el espacio público.
-Baboso.

¿Te acuerdas cuando te revisaron en el aeropuerto por tu argolla en la nariz?
Si, nada tiene que ver con esto. Esto fue una mierda.

-Whatever, estos pendejos no nos van arruinar el día, déjame subir por Wanda y por la niña, y arranquemos que se nos va ir el sol.

bocachica

Pantone: La renuncia voluntaria a los privilegios del mulataje

Por Yaissa Jimenez.

A modo de ensayo.

¿Y qué pasa con el beneficiario? Qué pasa con los que de alguna forma reciben los puntos, el extra o las estrellitas adicionales en su pecho solo por caer unos cuadritos más cerca del beige en la escala cromática. El mulataje y sus conflictos ya es un tema complejo y con aristas en pleno siglo XXI. También lo son los puntos de transición como la transexualidad y la intersexualidad.

Más lo que estamos viviendo, en todos los aspectos de transición a nuevos discursos relacionados a la raza, es un pasar a la siguiente página sin haber terminado ni comprendido la anterior. Insertarse en termas de progresismo ideológico en cuanto a asuntos raciales es acelerar el alta cuando aún hay heridas bien abiertas y gangrenadas. Y de manera concreta hablamos de infecciones actuales y vigentes como el genocidio, la desigualdad, la segmentación, apartheids etc...

 

Pesa mucho ser negro. No se trata de una alusión a temas ya superados. Si bien los adelantos están, están parciales y segmentados. Con las cuestiones propias, y los conflictos que trae la masculinidad tradicional (y desfasada), hay que adicionarle las lecturas que trae de por sí pertenecer a la raza negra. Hay que adicionarle los años que se gastan solo para superar lo que se inserta en el imaginario, individual y colectivo, digamos hasta la pubertad.

Pesa mucho ser negra. Y no se trata solo de un tema de redescubrimiento de la feminidad (a través del feminismo obviamente), que ya es mucho que trabajar, se trata de que además de ser mujer dentro del patriarcado hay que diseccionar de nuestro ser y de nuestro entorno todos los demonios propios del racismo puro y salpicado de misoginia. En las dos realidades no solo estamos hablando de detalles intangibles, sino de prácticas concretas que afectan el día a día, y la vida completa.

Ahora que en ambos casos, y para mucha gente, mientras más clarificado, mulato y limpiecito estás, más sencillo es. Si en la familia hay un blanco, pues relájate, que los nenes van a salir más “bonitos”. Si tu pelo va mezcladito con los tiernos rizos dorados de algún familiar dentro de la cola genética, tú quédate quieta o quieto, que vas a pasar menos. Si tu piel o color de ojos está “lavadito” con tonos beige puede que en algún punto el hada madrina te convierta en una “exótica” y peculiar cenicienta, aceptada desde ya por ser una chulería peculiar.

Y lo terrible de todo esto va en que te lo creas.

El mulataje es sin duda la evolución étnica de todas nuestras diferencias corpóreo-raciales, pero aún mulatos, aún en este tiempo, aún dentro de estos discursos coloniales, recuerden que el mulato, es negro. Dejarse confundir por la ilusión de que particularmente tú, estás en una posición privilegiada por estar más cerca de la “luz”, es un engaño y un golpe directo a la lucha vigente.

Es preciso un despertar y un renunciar. Una renuncia voluntaria a ser denotado como un ser superior por tu mulataje, que es negro. Si bien es complejo, como lo es para muchos hombres declararse abiertamente feministas, no es algo que sea difícil de ver. Cada que admitimos estar en una posición privilegiada por ser más “claros”, en todas sus lecturas, estamos incentivando la hegemonía blanca y llevando un paso adelante todos los demonios que trae consigo.

No se trata de una broma. El mulataje es hermoso, tanto que es imposible no admitir lo maravillosos que nos podemos sentir ante los efectos estéticos que otorga la diversidad humana. Pero el discurso “exótico” colonialista e imperialista no se trata de solo separar negros de blancos, se trata de separar “blancos” de todo lo demás, porque automáticamente todo lo demás es inferior. No se crean la mentira, no permitan que ese pseudo discurso les provoque ceguera.

Renunciar a privilegios estéticos, como que seas más aceptado o aceptada por tu color de piel más claro, o color de ojos, rasgos faciales o textura capilar distinta, esa es una renuncia que colabora. En el momento en que no haces uso de ese discurso, establecer que efectivamente la minorías mayoritarias tienen voz propia y no se dejan separar por planteamientos que les disuelven y maquillan su realidad.  Acto seguido se cae la mentira, y se enaltece la verdad.

Y sí Latinoamérica, y sus discursos, están en esta constante, sin saber que su lucha es idéntica a la de mamá África. Nada de distinto, todo tiene ese origen y desde ese fallo catastrófico que fue la esclavitud venimos arrastrando la misma cruz.

Y para rematar hay que recordar que todos estos privilegios son falsos. Como falsa es actualmente la consigna del “Pink Ribbon”, como falsas son las cuotas otorgadas para segmentar y acallar, como falso es el sistema de AFPs y como falsos están resultando los sindicatos que se venden por beneficios parciales e insultantes. Todos elementos para apretar la venda en los ojos, todos con la única función de mantenernos calladitos, tranquilitos y bonitos. 

 

Y repito, a modo de ensayo.  

 

“Viaje expreso a la Mecca”. Malcolm X / Storytelling

“Viaje expreso a la Mecca”. Malcolm X / Storytelling

Por Bocafloja

Era 1995 y aquella camiseta con la leyenda y marca Mecca me hacía sentir empoderado para surcar dignamente los nodos de la colonialidad en Latinoamérica, me ayudaba a complementar un antagonismo orgánico que en aquel momento no me era posible redondear o justificar intelectualmente. Semiótica periférica, prieta, diaspórica.  No tenía la menor de idea del significado detrás del nombre, pero siempre supe bien lo que significaba al ser leído sobre mi cuerpo. Ese mismo año, me tropecé con una copia pirata en VHS de la película Higher Learning de John Singleton en un puesto ambulante de la periferia en la Ciudad de México, el cual literalmente vendía “basura parcialmente útil”. Al ver la película, un personaje en particular robó por completo mi atención, su nombre era Fudge, un estudiante politizado y militante Negro quien se desmarcaba del aislamiento y comfort del contexto universitario en el que se desenvuelve la historia, el cuál posicionó su discurso y agenda mediante una postura confrontativa y transgresora con respecto a las estructuras de poder y en particular a la supremacía blanca operante incluso dentro de los bordes académicos. Fudge me introdujo a Malcolm X.

A Malcolm lo estudié parcial y paulatinamente por varios años, para luego releerlo en diferentes etapas en mi vida mediante diferentes ópticas críticas y bajo distintas motivaciones.

 

De Malcolm aprendí que la experiencia Negra ni puede ni debe centrar su definición y pilares fundamentales en los bordes y narrativas provenientes de los Estados Unidos únicamente. Malcolm caminó por Monrovia, Dakar, Argel, Zanzibar, Marruecos, certificando la condición multidimensional del cuerpo del oprimido, pero sobretodo llevando la consigna de un tipo de trabajo político que apostaba al rompimiento con la estructura de poder como una forma de cohesión entre sujetos coloniales, de palpar la autodeterminación en el terreno tangible, de socializar el poder, de invertir el paradigma de la negociación bajo condiciones permanentes de subalternidad, del orgullo como una estética contra-hegemónica y de la estética como un vehículo discursivo anti-colonial.

“Los líderes Negros de los Estados Unidos tienen como problema más crítico la falta de imaginación. Su pensamiento y estrategia son siempre limitados o apelan a la aprobación del hombre blanco. Lo que menos quiere la estructura de poder americana (E.U) es que los Negros empiecen a pensar en el contexto internacional. Creo que el error más grande de las organizaciones Negras son sus líderes, quienes han fallado en establecer líneas de comunicación solidaria entre naciones independientes de África y población Negra en América.” Malcolm X

 

Es así que Malcolm me llevó de la mano y me introdujo a Fanon, luego me empujó violentamente a entender a los Young Lords via Felipe Luciano, me obligó a comprender la revolución cubana desde una perspectiva que no partía del nacionalismo latinoamericano, me presentó a Angela Davis, me regaló la oportunidad de aprender de Kwame Ture, de abrazar a la familia de Walter Rodney, me abrió un horizonte nuevo que hilvana espiritualidad con organización política a través del Islam como la religión más bella y coherente, me permitió entender el porqué del pasamontañas en el rostro de Ramona, me dio las herramientas para estar orgulloso al mismo tiempo de Túpac Amaru que de 2pac Shakur y de paso me ayudó a fortalecer mi propia producción de conocimiento de una forma crítica al punto que hoy puedo desmontar las tremendas limitaciones casi ingenuas de Gloria Anzaldua en su tesis de la “Consciencia Mestiza”.

Finalmente comprendo que aquella camiseta Mecca era producto de una victoria social y conquista histórica, que aunque pudiera banalizar las formas políticas de la comunidad Negra musulmana en los Estados Unidos, también representaba una forma de transgresión y resignificación de los epicentros de poder, situando al sujeto colonial y a su existencia desde el margen como un espacio digno, autónomo y eventualmente emancipado. 

Larga vida Brother Malcolm

Malcolm Contranarrativas.jpg

Temer espurio, alegoría de la antidemocracia.

  

 

 

El manual de desestabilización de gobiernos y procesos democráticos en la Latinoamérica del siglo XXI es totalmente dinámico y heterogéneo. Opera desde distintos frentes, articula la participación de múltiples elites, intensifica guerras no convencionales a través de la comunicación, el comercio, grupos financieros, sistema judicial y aparato legislativo, ONGS y centros de investigación, coopta narrativas y procesos organizativos del campo progresista, instrumentaliza agendas, actores, moviliza recursos millonarios, merodea pecho tierra en todo, golpea sistemáticamente y con voracidad, y siempre está más cerca de lo que alcanzamos a pensar que puede estar. 

Podríamos decir que desde el 2009 en la región se inauguró una nueva modalidad de golpes de Estado “legales”, diseñados y operados desde los congresos, aparatos legislativos y sistema judicial. Amparados mucho en la retórica hegemónica y ultra conservadora de entender el fortalecimiento de las instituciones y el sistema judicial como la garantía principal para potabilizar la vida democrática. Algo que nos recuerda mucho a las etapas más oscuras y sombrías de la región. 

Paradójicamente la fórmula que utilizo la derecha brasileña para destituir de su cargo a la expresidenta Dilma Rousseff, a través de una operación totalmente arbitraria y antidemocrática esta vez les jugo en su contra, y puso de relieve el involucramiento de esos mismos actores de la clase política brasileña en unos de los episodios de corrupción, lavado de dinero, tráfico de influencias y enriquecimiento ilícito más delicados de su historia.

El pasado miércoles, el presidente de Brasil Michel Temer, fue grabado por el empresario Joesley Batista, líder de la escandalosa empresa cárnica JBS, avalando el soborno y la compra del silencio del ex jefe de la cámara de diputados de Eduardo Cunha, recientemente encarcelado condenado a 15 años por participar en la red de corrupción de Petrobras. Si, Eduardo Cunha, el mismo que orquesto y lidero el impeachment contra Dilma Rousseff acusando su administración de corrupta.

Fuentes brasileñas determinaron que Temer se reunión con Batista el 7 de Marzo, y este le conto que le estaba sobornando a Eduardo Cunha, con dos millones de reales, (578,000 dólares) para que mantuviera su silencio en el escandaloso caso de corrupción Lava Jato.

Eduardo Cunha es considerado un testigo clave, una pieza estratégica en el caso de corrupción Lava Jato, que involucra una red grandísima de empresarios y políticos brasileños.

La grabación forma parte de una operación de cooperación y negociación con la justicia o delación premiada, entre fiscales y los hermanos Batista, implicados en el también escandaloso caso de exportación de carne adulterada, conocido como el caso de la Carne Fraca.

De confirmarse la implicación del presidente Michel Temer, en el soborno y compra del silencio de Eduardo Cunha, Temer podría ser acusado de obstrucción de la justicia, lo que podría deponerlo automáticamente de su mandato. El pasado jueves en conferencia de prensa Temer anuncio que no iba a renunciar, de verse presionado a hacerlo, la constitución le otorga al presidente de la cámara de diputados la presidencia de forma interina, y se convoque a elecciones indirectas en 30 días.

Hasta ahora ya se han presentado dos solicitudes oficiales de impeachment contra él, sumado a la investigación oficial llevada a cabo por el Tribunal Supremo de Brasil.

Miles de manifestantes han salido a las calles de Sao Paulo, Brasilia, Rio de Janeiro, Bahia, Recife para pedir su renuncia y que se convoque a elecciones directas. Retomando el impulso simbólico del movimiento “Diretas Ja”, movimiento popular y de la sociedad civil que en el 83, demando elecciones directas en un sistema brasileño que se administraba por los rezagos profundos de la dictadura. ¡Directas ya en este 2017!  A defender esas conquistas históricas de los derechos democráticos, a defender la región de estas olas de conservadurismo y los procesos de derechización rampante. 

Dear White People: Obviedad, o el tabú cultural imposible de nombrar.

Por Fabian Villegas

 

Existe un paquete de palabras y conceptos para los cuales el escenario cultural Latinoamericano aún no está preparado. Quizá tengamos que esperar 15 años, o la eclosión mediática de un nicho cultural que ayude a masajear y flexibilizar el cerco sanitario que se tiene con ese paquete de palabras y conceptos.  Me faltarían dedos en las manos incluso en los pies para contar las innumerables ocasiones donde percibí incomodidad y molestia por utilizar “blanco” como un adjetivo cultural, ideológico o estético. Como por ejemplo decir que la música de Moby o Vampire Weekend es muy blanca, la estética de la película Amelie o HER de Joaquín Phoenix es muy blanca, hacer roller derby es muy blanco, la afición por la mitología celta es muy blanca, la literatura de Anais Nin es muy blanca, y preocuparse por si algo está libre de Gluten también lo es. 

Nombrar lo blanco como categoría cultural, epistémica o estética en un contexto regional atravesado por la lógica del eurocentrismo y el colonialismo interno no solo resulta incomprensible, sino incluso es capaz de invisibilizar violencias y producir narrativas tan ingenuas como “eso es racismo a la inversa”. El color blindness y la ceguera selectiva es tal que el escenario cultural latinoamericano tiene los recursos analíticos para identificar algo suficientemente “gringo”, “árabe” ,“africano”, “asiático”, “latinoamericano” “indigena”, “negro”, pero es incapaz de identificar algo como suficientemente blanco o eurocéntrico, en términos epistémicos, ideológicos o estéticos. 

La nueva serie de Netflix “Dear White People” sale a la luz en un momento particular, totalmente distinto a la coyuntura en que salió la película en el 2014, en la cual fue inspirada la serie. 

Pareciera que en 2014, bajo los auges del liberalismo en la retórica política, el obamismo desbordado y los metarelatos de la era post racial hacían de la película un documento más de complacencia, critica cómoda y neutralización política de la discusión sobre agenda racial y “black experience” en los Estados Unidos. Satirizando a través de episodios de racismo orgánico en un hipotético Iv League que bien podría ser Yale, Princeton o Harvard. Episodios que forman parte ya de un estandarizado discurso de ciertos sectores del progresismo y liberalismo blanco y de color en los Estados Unidos. Que no por eso, no es que carezcan de relevancia, pero que por un lado no profundizaban en la discusión sobre racismo institucional, desigualdad y justicia racial, y por otro lado refrendaban alegóricamente la narrativa demócrata de la administración Obama. Reduciendo los problemas de estructura y de sistema a una perspectiva culturalista, descafeinada, chistosona, que a través del humor estandariza ideológicamente, nos crea la ilusión de estar de lado de la lucha solo por nombrarla, al mismo tiempo que nos corta el cordón umbilical con la materialidad de la opresión y la violencia racial de fondo. 

En el 2014, frente a los brutales asesinatos de Michael Brown, Eric Garner, Tamir Rice, Yvette Smith, entre muchos otros más por parte de la policía de los E.U, la película me resulto incluso molesta, una bobería que incluso banalizaba la agenda racial en todas sus dimensiones. No pude dejar de pensar en el excelente texto “Decolonization is not a metaphor” de Eve Tuck, donde identifica el nivel de trivialización, descontextualización y despolitización del concepto “descolonizar”, en el escenario de la cultura alternativa y liberal en los Estados Unidos. “Descoloniza tu dieta, descoloniza el yoga, descoloniza la meditación”, desde un horizonte de superficialidad, que reduce el concepto al lugar de un adjetivo y un ornamento, sin potencialidad emancipatoria, revolucionaria y transformadora. Que le quita su acepción como concepto practico de trasformación de realidades históricas, de recuperación de memorias históricas y de superación de opresiones múltiples que articulan raza, clase, género y contextos geopolíticos.

La serie de Netflix de este 2017, emerge en una coyuntura política muy distinta, una coyuntura política marcada por el fin de las democracias liberales, y el regreso de los ultra conservadurismos y fascismos societarios no solo en los E.U, también en Latinoamérica, Europa, etc.  Coyuntura que reivindica la vigencia histórica del “white supremacy”, como categoría política para entender muchos de los escenarios que tenemos en frente. No es que las democracias liberales no enarbolen racismo, son innatamente racistas pero no publica y deliberadamente. 

La era Trump, como los fenómenos de Marine Lepen en Francia, Geert Wilders en Holanda, Viktor Orban en Hungría, Nigel Farage en Inglaterra, Norbert Hofer en Austria no son solo peligrosos por la embestida institucional, sistémica, y por su administración publica, sino también, en términos de representatividad por lo que legitiman social y políticamente en la cotidianidad, con eso me refiero al cumulo de fantasías idílicas innatamente racistas de sus simpatizantes y electorado. Frente a la explosión de prácticas racistas en el espacio público y privado, agresiones, intimidaciones, bromas, acosos, insultos en el metro, hospitales, súper mercados, playas, escuelas, vía publica, buses, mesas de comida, aeropuertos, instituciones públicas, museos, entornos laborales, se vuelve aún más relevante y necesaria la narrativa de la serie Dear White People.

Con humor y sátira pone de relieve un montón de violencias y prácticas racistas que deberían de ser obvias, pero que los contextos de colonialidad han decidido intencionalmente naturalizar o banalizar. Siendo esos mismos contextos racistas los que han diseñado las categorías ideológicas para definir que es racista y que no es racista, “naturalmente”, se han hecho permisibles todo tipo de prácticas de racismo y violencia colonial.

La misma coyuntura y el escenario política hace que la serie transicione de una sátira estandarizada a una narrativa considerablemente contra hegemónica, que identifica violencias, desnaturaliza desigualdades, disputa otras identidades, lenguajes, estéticas, descoloniza imaginarios, y es capaz de hacer correlatos entre violencias “cotidianas”, inorgánicas con racismos institucionales, estructurales, sistémicos.

Hay un mosaico de conversaciones por detonar a través de la serie, relaciones interraciales, cuotas raciales en la educación pública y privada, privilegios de clase, el aislamiento y la falta de articulación del movimiento negro contemporáneo con otras experiencias y procesos dentro y fuera de los E.U, el White Supremacy y el mito de la era post racial, la Black Bourgeoisie, el progresismo blanco innatamente racista, masculinidades, representaciones, la hegemonizacion de la cultura afroamericana en el concepto de “color” yen la conversación sobre “agenda racial” y un sinfín de tópicos más. 

Conversaciones que en muchos espacios sean discutido, pero que en otros, como en el contexto regional de Latinoamérica, la conversación se abre como nueva, y es potable en medida que haga analogías entre la serie y su propia experiencia histórica de estratificación racial y colonialidad cultural.

 

Si me pudiera quedar con un capítulo de la serie para abrir la conversación, me quedaría definitivamente con el capítulo 5 que escribió Barry Jenkins. Me quedaría con ese final, donde Reggie postrado en la puerta de su cuarto rompe en llanto después de ser objeto de un episodio deshumanizante de racismo y abuso policial en una fiesta de la universidad. Me quedaría con ese capítulo no por ser posiblemente el más dramático de la serie, sino sencillamente por ser el capítulo que mejor logra condensar la transversalidad de la violencia racial, que toca de la misma manera el derecho a ciudadanía y al espacio público, que las fibras del afecto y las representaciones que uno construye sobre sí mismo en términos de masculinidad.